En odontología: ¿sabías qué…? (IV)

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La mala salud bucodental  afecta al rendimiento físico y viceversa.

La buena salud bucodental afecta positivamente al rendimiento físico.

Retomamos nuestra serie de curiosidades en la odontología con una cuarta entrega en la que te acercamos el papel esencial, y en muchos casos desconocido, que cumple la saliva en nuestra salud dental; o las soluciones de la odontología antes de la invención de los implantes modernos, tal y como los conocemos hoy; o cómo puede afectar una mala salud bucodental en el rendimiento de los deportistas profesionales o de élite.

 

La saliva, sustancia esencial para el mantenimiento de la salud bucodental. Muchos puede que desconozcan el poder preventivo de la saliva como activo natural contra las caries. Su composición permite neutralizar los ácidos que se forman al ingerir alimentos y bebidas, evitando que estos ataquen el esmalte o provoquen la desmineralización de los dientes. Una evidencia que hace cierto el dicho de la saliva lo cura todo…

La buena salud bucal es sinónimo de buena salud física

El buen estado físico es clave para el rendimiento deportivo y la mala salud bucodental puede afectar a éste. Más allá de las molestias y problemas que puedan ocasionar, las infecciones en dientes y boca pueden trasmitir bacterias a través de la sangre a otras partes de nuestro cuerpo, generando efectos negativos como fatiga muscular y en las articulaciones, lo que puede elevar el riesgo de lesión. Asimismo, la presencia de bacterias aumenta el tiempo de recuperación, por lo que se puede concluir que sin dientes sanos tienes más complicado ser deportista de élite.

 

¿Qué soluciones había antes de los implantes modernos?  Quizá nunca lo hayas pensado pero los implantes, como otros avances de la odontología, no han existido siempre. De hecho, tan sólo hace medio siglo que el profesor Per-Ingvar Branemark realizara el primer implante moderno tras descubrir las posibilidades del titanio y el proceso de osteointegración. Antes de este importante avance odontológico, las soluciones eran muy diferentes. En la antigüedad se empleaban alambres, clavos, etcétera  y no fue hasta el siglo XX cuando podemos establecer cierta analogía con el sistema que se utiliza en nuestros días. Fue entonces cuando se empleó el oro de 24 quilates para elaborar el implante dental, si bien no era el material más adecuado. Tras probar sin éxito numerosos materiales, entre ellos el vitallium (una aleación de varios metales) para atender fracturas óseas, no fue hasta el descubrimiento accidental del titanio cuando se pudo realizar un implante eficaz y moderno. Este metal permite la integración con el hueso, logrando una fijación total del implante.

 

Fotografía: www.freedigitalphotos.net

 

 

 

 

 

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