Es uno de los personajes más famosos relacionados con la odontología, recreado –y muchas veces exagerado- por la pequeña pantalla televisiva o por el cine. Un flemón no es otra cosa que una inflamación de los tejidos blandos –como pueden ser las encías-, provocada por una infección grave en una pieza dental.
Síntomas de un flemón
Para reconocer un flemón existe una serie de síntomas –unos más claros y notorios que otros- que a continuación enumeramos y que pueden ayudar a detectarlo antes de que sea demasiado tarde:
– Inflamación. La cara, la mejilla, suele verse abultada, dando sensación de una deformidad bastante característica.
– Dolor. Por desgracia, un flemón suele ser bastante doloroso para quien lo padece. Por eso se tiende tanto a ejercer un gesto de protección con las manos, en esa imagen tan característica y habitual. Ese dolor se siente en el acto de masticar o como un dolor punzante en dientes o muelas. También puede extenderse al oído, cuello o garganta, causado por la inflamación.
– Presencia de pus.
– Puede ocasionar fiebre, aunque no siempre.
– Excesiva sensibilidad dental ante el calor o el frío al tomar alimentos.
– Mal aliento o halitosis.
En caso de padecer estos síntomas, todos o algunos de ellos, lo má prudente es acudir al dentista de confianza para que éste evalúe los daños y, en su caso, recomiende el tratamiento a seguir para poner solución.
¿Cuál es el origen de un flemón?
También conocido como absceso dental, su origen puede ser variado: una caries, pulpitis, gingivitis, periodontitis o un traumatismo dental.
La caries es, sin duda, la causa más común para el flemón. De hecho, es un estadio muy avanzado de ella, cuando la infección ha penetrado el esmalte dental hasta la raíz del diente, lo que provoca esa gran inflamación… y dolor.
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