¿Cómo afecta la mordida a nuestra salud bucodental? La maloclusión o mala mordida puede acarrear consecuencias negativas para nuestras piezas dentales, además de que presenta una sintomatología evidente para quien la padece.
Clases de oclusión
Con oclusión nos referimos a una mordida adecuada, de tal forma que las piezas dentales de la parte superior encajan de manera correcta con los de la parte inferior. En este caso, ambos maxilares –el superior y el inferior- se han desarrollado de manera correcta, dando lugar a una mordida saludable.
Sin embargo, es muy habitual que se puede dar una maloclusión o mordida incorrecta, que, además, podemos clasificar en cinco tipos distintos:
- Sobremordida. Se da cuando las piezas dentales anteriores superiores se superponen a las inferiores en parte o prácticamente en su totalidad. Hay algunos casos extremos que producen que los dientes inferiores puedan incluso tocar la parte interior de las encías superiores o el propio paladar. Es el tipo de maloclusión que más afecta estéticamente a quien la padece. ¿Cómo se puede corregir? A través de la ortodoncia. Es recomendable que, en su caso, el tratamiento se inicie en edades tempranas, ya que permitirá una corrección más eficaz.
- Mordida cruzada. Es el mismo problema que el caso anterior, pero justamente al revés, es decir, las piezas dentales inferiores se superponen a las superiores, ya sea en las anteriores o en las posteriores. Estéticamente, supone para el paciente que la barbilla tienda a sobresalir.
- Mordida cerrada. Es el desgaste de los dientes que se produce con el paso de tiempo lo que produce este tipo de maloclusión. Si no se trata puede llegar a acarrear un problema grave, ya que si el desgaste es grande podría afectar incluso a los tejidos faciales inferiores, desintegrándolos de manera parcial. Estéticamente, puede dar una sensación de envejecimiento en el rostro.
- Mordida abierta. En este caso, el contacto de los dientes posteriores superiores e inferiores impide que los anteriores superiores e inferiores lleguen a cerrarse, a tocarse. No llegan a unirse, quedando un hueco entre ellos. Puede darse por una cuestión genética, pero también por otros supuestos como hábitos incorrectos como morder o chupar lápices o bolígrafos o ejercer presión con la lengua.
- Protusión. También se le conoce como ‘dientes de conejo’. La protusión de los dientes anteriores puede impedir la capacidad de cerrar los labios y acarrear una deformación facial.
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