Uno de los placeres del verano es tomar el sol y recargarnos de vitamina D que ayudará a que nuestros huesos – y dientes- sean más fuertes. ¿Sabías que el sol es fundamental para que nuestro organismo pueda producirla? De hecho, los especialistas nos recuerdan que el déficit de vitamina D puede ser el origen de patologías como la hipertensión a la esclerosis múltiple o el cáncer.
Pero al margen de las bondades de ‘tostarnos’ al sol, la exposición excesiva al astro puede tener consecuencias perjudiciales para nuestra piel y también para nuestra boca.
Las quemaduras en los labios suelen ser frecuentes en esta época del año, así que no te olvides del protector labial si vas a tomar el sol.
Por cierto, ante las quemaduras evita el falso mito de aplicar pasta de dientes o dejarla secar al sol. Es una recomendación de la Sociedad Española de Heridas (SEHER) ya que puedes provocar infecciones, será más difícil curarlas y puede llegar a generar otras complicaciones más graves.
Consejos para protegerse del sol
Aunque nos parezca que sólo nos daña el sol en la playa o la piscina debemos protegernos, siempre. La radiación ultravioleta siempre está presente, ya sea invierno o verano, con tiempo despejado o nublado.
Ten en cuenta varias cosas:
-Evita las horas centrales del día y toma muchos líquidos para evitar la deshidratación.
-Usa cremas solares adecuadas a tu tipo de piel, aplicándolas cada 2 horas y de manera generosa. El factor protector a utilizar dependerá de si tenemos una piel mate (entre 15-20 de protección) o si la tenemos sensible (entre 30-60).
-No expongas al sol a bebés y niños pequeños. Los protectores solares solo se deben usar en niños mayores de 6 meses.
-No olvides usar gorro, gafas de sol y después del baño hidratarnos bien con cremas humectantes y antioxidantes. A veces, no basta con la crema solar y mejor prevenir.