El curetaje dental es una limpieza más profunda que la profilaxis.
Retomamos con este post nuestra serie sobre los términos habituales en la actividad odontológica y que pueden ser del interés de los pacientes a la hora de visitar a su dentista de confianza.
Profilaxis dental: La práctica totalidad de la población se habrá realizado alguna vez en su vida una profilaxis dental o limpieza profesional. Se trata de un tratamiento de limpieza para la eliminación de la placa bacteriana o sarro, así como las manchas superficiales de los dientes mediante pulido, limpieza y desinfección de dientes y encías. Se recomienda realizar, al menos una vez al año, una profilaxis con el objetivo de prevenir la irritación o desarrollo de enfermedades dentales ya que en la limpieza diaria no se elimina por completo los restos de comida que van acumulándose y necesitan de una higiene más profunda.
Curetaje dental: Cuando se realiza una limpieza que va más allá de la profilaxis dental habitual hablamos de curetaje dental. Se realiza en el caso de inflamación de la encía por causa de una gingivitis o periodontitis y está encaminada en eliminar las bacterias que están por debajo de las encías y generan la enfermedad periodontal. Mediante esta técnica se raspan las raíces de los dientes y elimina el sarro acumulado con un instrumento denominado cureta, de ahí su denominación.
Exodoncia: se trata de una intervención dental para la extracción de una parte o una pieza dental completa. Se suele realizar bajo anestesia local y consiste en una técnica sencilla que no conlleva complicaciones más allá de molestias posteriores a la cirugía, salvo en caso de infección, algo infrecuente.
Se realiza en caso de caries, enfermedades periodontales o también para extraer piezas en mala posición o con quistes o tumores. En caso de infección previa, la exodoncia se aplaza hasta que ésta remita mediante protección antibiótica adecuada.
Alveolitis: Suele producirse tras una extracción dental y consiste en una complicación postoperatoria generada por la falta de un coágulo de sangre que protege el hueco dejado por la pieza dental, exponiendo el tejido a posibles infecciones. Resulta muy doloroso y el mayor riesgo de alveolitis se produce los cinco primeros días de la extracción.
