La campanilla separa la cavidad bucal de la nasal, evitando que alimentos y líquidos entren a la nariz.
Pocas veces nos acordamos de ella, apenas cuando nos duele la garganta y echamos un vistazo en lo más profundo de nuestra cavidad bucal para comprobar que, efectivamente, nuestras amígdalas están inflamadas. Ahí nos encontramos, colgando de nuestro paladar, la campanilla, o más técnicamente denominada úvula, una de las partes de la cavidad bucal más desconocidas.
La campanilla es una pequeña masa carnosa situada en el borde inferior del paladar blando, por encima de la raíz de la lengua. Esta pequeña parte del cuerpo está formada por el propio músculo de la úvula y dos más, el tensor y el elevador del paladar.
Disparidad de opiniones sobre su funcionalidad
Respecto de su funcionalidad, ha existido cierta disparidad de opiniones en el mundo de la investigación. Mientras que el científico Robert Wierdersheim publicó en 1893 un listado de los 86 órganos humanos sobre los cuales se desconocía su función, lista en la que estaba incluida la úvula, otros científicos, sin embargo, han puesto de manifiesto el papel esencial de la campanilla. Desde esta perspectiva, aseguran que esta pequeña parte de nuestra fisionomía tiene una función muy importante en el habla, pues permite que se puedan emitir los sonidos correctamente. Sobre todo en el caso de ciertos idiomas, como el inglés, en el cual, la ausencia o la malformación de la campanilla propiciaría un habla incorrecta, ya que existen ciertos sonidos y entonaciones que sólo son posibles gracias a la función de la úvula.
Además, está comprobado que ésta se coordina con otros órganos, como el paladar, marcando la separación de la cavidad bucal de la nasal y evitando que, de esta forma, los líquidos y alimentos que ingerimos puedan llegar a la nariz.
Otras investigaciones señalan que una malformación de la campanilla puede estar directamente relacionada con el ronquido nocturno e incluso apuntan que puede ser una posible causa de la apnea del sueño.
Síndrome de Loeys-Dietz
Por último, cabe destacar la relación que aguarda una úvula o campanilla bífida con el síndrome de Loeys-Dietz, un trastorno de tipo genético generado por las mutaciones en los genes que controlan el factor del crecimiento y el desarrollo de los tejidos. Una úvula bífida es aquella que está ramificada en dos. Se trata de una malformación de la campanilla que, según se ha demostrado, está relacionada con el citado síndrome, una enfermedad que acarrea numerosos trastornos como el aneurisma de aorta o la existencia de extremidades largas o paladar hendido.
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