Dientes y encías ocupan, indudablemente, la mayor parte de las letras que gastamos a la hora de escribir las entradas en el blog de salud bucodental de la doctora Luján Navas, de la clínica Caredent Leganés. Sin embargo, en esta ocasión nos vamos a centrar en ese órgano que también tiene su lugar en la cavidad bucal y que tanto nos gusta mover: la lengua. Y, además nos detendremos en unas cuantas curiosidades sobre la misma.
La lengua es uno de los órganos más relevantes del hombre. Sobre ella recaen algunas funciones como la deglución de los alimentos, como el hecho de percibir los sabores de los mismos a través de sus papilas gustativas y, por supuesto, nos permite comunicarnos al propiciar el habla.
El músculo de la lengua está formado por dos caras, la superior o dorso y el reservo o cara inferior, que se apoya en el suelo de la boca y donde encontraremos el frenillo, que no es otra cosa que un pliegue mucoso que une la cara inferior de la lengua con la mucosa de la boca limitando los movimientos, con el objetivo de impedir que nos la traguemos y nos podamos ahogar.
En este post os citaremos, además, algunas de las curiosidades de la lengua y que, probablemente, desconocíais muchos de vosotr@s.
– Longitud. Puede llegar a medir, desde la punta a la parte más profunda, unos 10 centímetros.
– Huella única. Como ocurre con los dedos, la lengua también posee una huella única que también la puede convertir en un elemento de identificación.
– La ballena azul es el animal que tiene la lengua más grande. No en vano, puede llegar a pesar como un elefante: unos 2.500 kilos.
–Bacterias. La lengua suele presentar una gran acumulación de bacterias. Hasta 600 tipos diferentes, según apuntan algunos estudios, de las cuales la mitad vive en su superficie.
– La saliva y los sabores. La saliva, por su parte, puede llegar a albergar hasta más de un millón de bacterias esenciales para el proceso de deglución y de digestión de los alimentos. Las más de 10.000 papilas gustativas de la boca, en su mayoría ubicadas en la lengua, nos permiten diferenciar los sabores. Pero, ¿conocías que si la lengua está seca no los detecta? Esa propiedad es posible merced a la saliva, que la mantiene humedecida y hace efectivas las papilas gustativas.
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