Sí: el estrés también afecta a la salud bucodental

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estrés y salud bucodental No hay duda: el llamado estrés es una de las patologías de nuestro tiempo, causante, por extensión, de otras situaciones indeseables. La culpa de ello hay que encontrarla –en parte y sin generalizar en todos y cada uno de nosotros- en el ritmo de vida, ajetreado, que tenemos; la ausencia de tiempo para realizar todo aquello que deseamos; la alimentación no siempre deseable –también, muchas veces, causada por esa falta de tiempo-; e incluso el sedentarismo de muchos trabajos, eminentemente de oficina, circunstancia trasladada con posterioridad al hogar.

¿Cómo podemos definir el estrés? Como un conjunto de reacciones fisiológicas del organismo que se producen ante determinadas tensiones o situaciones complicadas. No reviste gravedad, salvo que se convierta en algo que se prolongue demasiado en el tiempo. En este caso, sus efectos sí se pueden convertir en visibles y, también, objeto de este post, puede llegar a afectar a nuestra salud bucodental. Veamos la razón.

En primer lugar, el estrés puede generar que descuidemos nuestra higiene bucal; que nos acordemos menos de coger el cepillo de dientes, el hilo dental o que no tengamos tiempo para las revisiones periódicas en nuestro dentista de confianza. Y eso, al final, se traduce en una peor salud bucodental, como el riesgo de caries.

Un síntoma muy frecuente entre las personas que padecen estrés es el bruxismo, es decir, el acto involuntario que consiste en apretar y rechinar los dientes, que se da, especialmente, mientras dormimos, por lo que muchas personas no son conscientes de ello. Las revisiones en el dentista son una forma de detectarlo a tiempo antes de que el problema engorde.

El estrés también puede causar estragos en las encías, puesto que es uno de los factores de riesgo de patologías periodontales como la piorrea o periodontitis.

 

Boca seca y mala alimentación

La sensación de boca seca suele ser uno de los síntomas del estrés, generándonos, además, una mala dinámica alimenticia, ya sea por ausencia de hambre o todo lo contrario: la ingesta compulsiva de alimentos, algo típico. Esos malos hábitos pueden ocasionar la falta de vitaminas y otros elementos esenciales en la nutrición humana, que generan llagas o aftas en la cavidad bucal o calenturas y herpes en los labios.

Relacionado con ello, el estrés, desde luego, no contribuye a que el proceso digestivo se realice con normalidad, lo que, entre otras cosas, produce halitosis o mal aliento.

 

Fotografía: www.freedigitalphotos.net

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